Esperanza
¿A qué asocias Andalucía? El himno de Blas Infante empieza diciendo: “La bandera blanca y verde vuelve, tras siglos de guerra, a decir paz y esperanza, bajo el sol de nuestra tierra.”
Cuando emigramos a Barcelona, la geografía de Picasso y Zambrano la convertí en una filosofía. En mi decimoctavo cumpleaños me preguntaron qué quería hacer. Me dejé llevar. Respondí que quería ser jefe. Hoy sé que, en realidad, quería decir: diseñar soluciones, crear empresas al estilo de la Alhambra y de la abuela.
Cambia el chip. La esperanza no es un sentimiento, es una estrategia. Es el motor moral de la civilización, la savia del progreso entendido como riqueza compartida. Intégrala en tu operativa, en tus rituales. Dar ejemplo desde la luz es una responsabilidad irrenunciable. No confíes en nadie que despierte lo peor en ti. Nunca.
Weil defendía que el trabajo podía ser un acto espiritual, un canal de encarnar el bien en la materia. Un objeto, una organización puede elevarnos más allá de lo obvio. Un equipo puede cambiar el mundo. No contribuyas a la era del vacío, a la sociedad de lo efímero. Cada dieciocho de octubre me lo recuerdo. Vale la pena intentarlo. Se puede.