Adicciones
Ese cumpleaños en el que me puse vaqueros por primera vez también fue el del primer beso. Ella maduró antes. Se notaba al verla competir. Lideraba desde el ejemplo: atacando, defendiendo, con las miradas, con los gestos. Se es como se juega.
Nos unió el baloncesto y nos separó la LOGSE, la nueva ley de educación con la que prefirió cursar FP. Cinco paradas de bus son un océano cuando tienes catorce años. Nos reencontramos por casualidad, ya de adultos, en un concierto de Blur. Me tocó la espalda y choqueé como Anton Ego al probar ese ratatouille.
Estoy uniendo los puntos para entender qué me hace adicto a los comienzos, admitiendo que las relaciones profundas son las que florecen en la rutina de cuidarse. La novedad no es el factor primordial, es la creatividad.
Todo acto creativo que pretenda trascender, empezando por un MVP, es un ejercicio de autoexpresión catártico al servicio de la fraternidad más universal. Friedman se equivocaba cuando decía que la única responsabilidad social de la empresa es maximizar el beneficio. Droga mortal para cualquier estrategia. Tu responsabilidad es crear valor al cliente, por ende al mundo. Servir inspirando, no exprimiendo. La mejor de las artes.